Desplegamos a modo de historia cruzada o caja china el pasaje histórico que hemos usado para “encubrir” nuestras pinturas –producidas en Dafen– y envolverlas en una “pátina” narrativa: la desaparición y destrucción del patrimonio español durante la Guerra Civil. El relato de las (fingidas) obras restituidas nos hizo investigar los avatares del arte en tiempos de guerra en archivos, fototecas y catálogos –algunos surgidos como complemento indispensable para la salvaguarda–; un vasto fondo documental en el que focalizamos las dos capitales cruciales –primera y última– de la trayectoria que siguió el Tesoro acompañando al gobierno de la República: Madrid y Barcelona. Dos colecciones de entidad pública fueron protagonistas de esta epopeya y, en la actualidad, representan de modo emblemático el relato histórico del arte español y catalán: el Museo del Prado y el MNAC.
Nos abismamos en sus archivos –en busca de obras perdidas–, contagiadas del sentido benjaminiano de la historia, interpelando a la interpretación complementaria que activa la memoria dialéctica de las imágenes. Organizamos un Atlas Mnemosyne propio, con sus recorridos y puntos de referencia; la constelación walburgiana continúa siendo una ciencia de la imagen operativa. Un archivo post-it, no lineal sino reposicionable, apto a las correspondencias temporales y los procesos del montaje, se fue generando durante el proceso. Porque el archivo acumula y se ordena por yuxtaposición del tiempo, es –como el museo y la biblioteca– una heterotopía y heterocronía que encierra en la ilusión de un continuum todas sus oportunidades perdidas. ¿Cómo reordenar el sinfín de referencias, descubrimientos fortuitos y anécdotas? A medida que las imágenes van tomando posición en la mesa de trabajo, para descontextualizar y reconstruir la historia, los anacronismos “reaparecen”; se instalan en el presente tomando partido en nuestra “actualidad” y operan mostrando la naturaleza ficticia y engañosa de la imagen. Ya no vemos lo antiguo de la misma manera.